¿Qué es la Fiebre Hemorrágica de Crimea Congo (FHCC)?

La FHCC es una enfermedad producida por un virus (género Nairovirus, familia Bunyaviridae) y podría tener una evolución grave.
Se transmite por garrapatas. Es endémica en África, los Balcanes, Oriente Medio y en Asia en los países situados por debajo de los 50º de latitud norte que es el límite geográfico de la garrapata. No obstante, actualmente se considera una enfermedad emergente en ciertos países de Europa.

Los principales reservorios son roedores y algunas especies de animales vertebrados silvestres y, a veces domésticos, que actúan como huéspedes naturales.
No hay vacuna disponible para las personas ni para los animales.

¿Cómo se transmite?

La transmisión del virus causante de la FHCC se produce generalmente por la picadura de una garrapata infectada. También es posible que el hombre se infecte de forma directa durante el sacrificio y desolladura de animales infectados y también, entre personas, en casos de contacto estrecho con sangre, secreciones, órganos u otros líquidos corporales de los infectados.
Hasta la fecha, España estaba libre de esta enfermedad, aunque el reciente hallazgo del virus Crimea Congo en ciertas poblaciones de garrapatas capturadas en algunas zonas geográficas, ha evidenciado que existe circulación autóctona de este virus.

Periodo de incubación y síntomas

Desde de la picadura de la garrapata infectada hasta la aparición de síntomas, normalmente transcurren de tres a trece días.
Los síntomas comienzan de forma súbita. La persona enferma suele presentar fiebre elevada, cefalea, malestar general, dolores articulares y musculares, sudoración, síntomas gastrointestinales y/o respiratorios, hipotensión, bradicardia relativa, taquipnea, conjuntivitis, faringitis y enrojecimiento o erupción cutánea. Puede haber afectación hepática, renal o pulmonar.
Los pacientes que se recuperan, comienzan a mejorar al noveno o décimo día tras la aparición de la enfermedad.

Transmisión de persona a persona

El periodo de transmisión de persona a persona comienza con la aparición de síntomas, coincidiendo con la presencia del virus en la sangre, aumentando el riesgo de transmisión a medida que progresa la enfermedad.
No hay evidencia de transmisión de la enfermedad durante el periodo de incubación, en ausencia de fiebre u otros síntomas. Tampoco se ha documentado la transmisión a contactos ocasionales (en transportes públicos o a otros contactos ocasionales no próximos), a partir de pacientes febriles sin otros síntomas.